domingo, 7 de abril de 2024

Carrera Interrumpida

 




Manuel Cermeño era bodeguero, habitante de Morales de Toro, provincia de Zamora. Era propietario de un pequeño local, en su pueblo donde expendía los vinos de su propia cosecha. Dentro de su humilde círculo social, lo apreciaban como hombre honrado, aunque algo dado -como en todos los pueblos- a la bebida. Cuando se emborrachaba, solía complicarse en apuestas insensatas. En una de esas ocasiones, -muy frecuentes-, él se pavoneaba de sus hazañas como corredor y atleta, ante otros parroquianos de su bodega, lo que tuvo como resultado una competición contra natura. La apuesta fue de 500 euros, y se comprometió a hacer todo el camino de Toro a Zamora corriendo ida y vuelta y, se trata de una distancia que supera los sesenta km. Esto fue el11 de septiembre de 2001. Una vez formalizada la apuesta partió de Toro en dirección a Zamora.

El hombre con quien había hecho la apuesta -no se recuerda su nombre-, acompañado por Mariano Rodríguez, dueño de una droguería, y Luis Gómez, fotógrafo de bodas, actuando como testigos lo siguieron en un Seat 600 descapotable.

Durante varios kilómetros, Cermeño marchó bien, a paso regular, sin debilidad aparente, porque poseía, la buena resistencia proporcionada por la vida de un hombre de campo, y no estaba tan intoxicado como para que el tabaco que consumía en gran cantidad le afectase de inmediato. Los tres testigos, en el 600, lo seguían a escasa distancia, y, de vez en cuando, lo ridiculizaban amistosamente o lo espoleaban, según les daba el ánimo. Súbitamente -en plena carretera, a menos de seis metros de distancia, y mientras los tres lo observan- el hombre dio la impresión de tropezar. No cayó a la calzada: desapareció antes de tocarla. Jamás se encontró rastro de él.

Tras permanecer en el sitio, merodeando arriba y abajo, presa de la perplejidad y la incertidumbre, los tres hombres regresaron a Morales de Toro, narraron su increíble historia, y fueron, al fin, detenidos por la guardia civil y enseguida puestos a disposición de la justicia. Pero gozaban de buena reputación, siempre se los considero sinceros, estaban sobrios en el momento del hecho, y nada vino jamás a desmentir el relato juramentado de su extraordinaria aventura; éste, no obstante, provocó divisiones en la opinión pública de toda Zamora. Si tenían algo que ocultar eligieron, por cierto, uno de las historias más sorprendentes que haya escogido nunca un ser humano en su sano juicio.