miércoles, 6 de marzo de 2024

Destino final

 


Cuéntame una historia de un labrador zamorano, pobre pero listo, que trabaja la tierra sayaguesa con su primogénito.

Un día su hijo bien-amado le dice:

-¡Padre, qué mala suerte! Se nos ha escapado la marrana ibérica.

-¿Por qué dices mala suerte? - responde el labriego – ya veremos lo que nos depara el destino...

A los pocos días la marrana ibérica regresó, acompañada de un jabalí grande como una Harley Davidson.

-¡Padre, qué buena fortuna! - exclamó esta vez el muchacho, nuestra marrana ibérica ha vuelto acompañada de un jabalí.

-¿Por qué dices buena fortuna? – contesta el padre, ya veremos lo que nos trae el destino...

Transcurridos unos días, el zagal quiso meter dentro del cercado donde criaban los marranos ibéricos, al jabalí salvaje, para usarlo de semental.

Esté verraco indómito, no acostumbrado al trato humano, se engarabitó y atacó al muchacho lanzándole por los aires de un topetazo, con tan mala suerte que al caer al suelo se rompió una pierna y un brazo.

-¡Padre, qué desdicha! – exclamó entre lamentos el muchacho, ¡me he roto una pierna y un brazo!

El curtido labrador sayagués, dando muestra de su experiencia y sabiduría, sentenció:

-¿Por qué dices desdicha? – ¡el destino nos dirá si somos o no desdichados!...

Al muchacho no se le metía en la cabeza la filosofía de su anciano padre, sino que lloraba como una plañidera tirado en el camastro de su casa de adobe. Pocos días después dieron en pasar por la comarca, los soldados enviados por el rey, buscando jóvenes para reclutarlos para la guerra. Fueron a la casa del viejo criador de cerdos, para llevarse a su joven hijo, pero al ver al joven con su pierna y brazo entablillados, y comprobar que no les resulta de utilidad para la guerra, lo dejan con su padre y siguen su camino.

El joven comprende entonces que la rueda de la vida da tantas vueltas, que en su progreso, lo que hoy es malo, mañana se hace bueno, y lo que hoy es bueno, mañana se hace malo.