viernes, 24 de junio de 2016

Lunes.Poema.El viejo almacén de libros.Antonio Domínguez León

Lunes, 30 de Diciembre de 2002


Grünerde Gelblich

Tengo miedo de no saber distinguirte
cuando tope, si topo, contigo.
No quisiera ver puesta de nuevo
mi cordura a prueba
al ver que prefieres
hablar de maquillajes
antes que escuchar poesía.
Que si, que hay
un momento para cada cosa
Aunque para algunas cosas
haya que evitar usar demasiados momentos.
Se que serás tan mágica
que ahora me quedaré
corto soñándote
Ahora de momento
solo se que
estás hecha de todas las personas
de todas las calles.
Tengo la certeza de que
vendrás como un ser absoluto
a desbordar el vaso de mi mundo
y que desde entonces nos pasaremos la vida
chapoteando en aquel maremoto como crías de pantera.

Recurro a tu incertidumbre para divertirme,
o para entristecerme si
estoy tan alegre que tanta alegría
resulte intolerable
Se que algún día, en cualquier parte,
le pondremos alas a las risas
y las liberaremos como aves hacia el universo
que haya más allá de lo que seamos.
Quisiera que concluyéramos juntos
que átomos y estrellas son lo mismo:
esferas,
que tu y yo seamos solo sentidos
y usemos el
cuerpo nada más
que como
madera que alimente
la hoguera donde
resolvamos acoplarnos
Ojalá encontrásemos una costurera
tan diestra que fuera capaz de unirnos
los cuerpos con hilo
cósmico, invisible, irrompible,
para que le perdiéramos el miedo
a lo que pudiera ser
otro posible olvido doloroso
y así poder caminar,
sin las reticencias típicas de los mortales.
Y sobre todo, quisiera que
no le pusiéramos nombre a nada de lo que pasara
porque seria igual que vivir algo
que ya otros hubieran vivido.
Debemos construir juntos
Un nuevo planeta dentro De este
Hasta que nos crezca
Algún órgano con el Que poder flotar
Hacia los asteroides
Y acampar ahí siempre.

Se que propondrás
Borrar de nuestros
Diccionarios las palabras
Desconfianza
Y
Conveniencia
Se que no dirás eso de que me quieres
Porque estarás quedándote corta
Hay una razón por la que quisiera
Dar contigo en esta vida
Y es porque
No se
Si en otras
Existirá París
O Carnota
O las Siete calles
O ese café de Santiago donde imaginé
Que llegabas y te sentabas a mi lado
Y te comías mi caramelo
Y yo te sonreía
O los columpios de al lado de casa
Que son escenarios que
Mi aliento utiliza para jugar
Y no desfallecer
Cada bocado
Cada molécula de oxigeno



Cada carcajada
Son un paso hacia ti
He oído a muchos otros
Imaginar a sus otras
No así
Sino a su manera
Pero los veo como a mi
Igual de perdidos
En el magma de sensaciones
Sos, sin haber aparecido,
Sin que yo supiera ahora mismo reconocerte
Aun teniéndote delante,
La cuerdecilla fina
Que cuelga entre
Des
Y
Esperanza,
El chorro de agua helada
Que uno devora de la fuente
Cuando la realidad agarra
Por los hombros y zarandea
Hasta dejarle a uno
Inconsciente:
Esa mano invisible que
Lo levanta a uno cada
Vez que tropieza y
Cae después de,
Por ejemplo,
Empuñar un teléfono
Y llamar a quien no se debe.
Es curioso que
Aquel día en la librería
Le dijera al hombre de anteojos
Que me diera ese lápiz y no ese otro
Porque entonces supe de repente
Que ahí era donde se almacenaba tu retrato
Latente
Hasta que me diera por extenderlo sobre
El blanco
Y después resguardarlo del mundo
Para poder entregártelo
Ese día en que por fin
Tu me llegues
O
Yo te llegue
O
Nosotros no lleguemos.